OIMAKU del oimaku número cien. Pretendía ser poético pero me quedé en cursi. Menuda ñoñez.
Archivo por meses: octubre 2010
OIMAKU del disco de la Polla Records
OIMAKU del disco de la Polla Records que tenía R., el compañero heaviata con el que compartía piso en Sagrera. Era una grabación en directo, pero en la carátula del CD había sido tachado el «di» y sustituido por un «tu», por lo cual lo que se leía era «La Polla en tu recto». Me partía cada vez que me encontraba ese disco en la estantería.
OIMAKU de Slitz Bye
OIMAKU del saludo de despedida de David el Gnomo. Slitz Bye!
OIMAKU de Adiós de Jarabe de Palo
OIMAKU de la canción Adiós de Jarabe de Palo cuyo principio me encantaba cuando iba a bachillerato. La escuchaba montones de veces. Su comienzo, tan triste y patético a la vez, tan arrastrado, era un calco fiel de lo que sentía en aquellos años.
OIMAKU de las tetas de Maria Schneider
OIMAKU de las fabulosas tetas de Maria Schneider en El último tango en París. Al final de la peli me dijeron que Marlon Brando también salía, aunque yo no lo vi.
OIMAKU de la durísima escena de Salvar al soldado Ryan
OIMAKU de aquella escena durísima de la peli Salvar al soldado Ryan de Spielberg en que el traductor del escuadrón está supuestamente protegiendo una entrada pero, el muy cobarde, deja pasar al enemigo y atacan al francotirador por la espalda. Entonces hay una lucha y el francotirador acaba debajo del soldado enemigo que le va dirigiendo, lentamente, un puñal hacia el pecho. El francotirador intenta aguantar pero no tiene fuerza y el cuchillo va descendiendo paulatinamente y va abriendo la carne y entrado en el cuerpo del francotirador que, indefenso, es consciente de cómo lo están matando. Dios, finalmente lo mata mientras le va susurrando para que se tranquilice y no haga ruido. Lo mata como mata Kirk Douglas a Tony Curtis en Espartaco, otra escena no menos dura. Pero en la de Spielberg, para peor sabor de boca, no está la heroicidad del acto samaritano de Espartaco sino que el soldado enemigo vuelve sobre sus pasos, baja las escaleras y se vuelve a cruzar con el traductor, que vuelve a quedarse paralizado. Se cruzan y el traductor se queda acojonado y no dice nada ni hace nada pese a que acaban de matar por su culpa al compañero que se suponía estaba protegiendo. Y lo peor, lo insufriblemente peor, es que en el recuerdo de esta escena cruel, horrible, me veo a mí mismo con el fusil frente a la puerta en mitad de una guerra estúpida y ajena como propio e incontrolable es el miedo que me caga los huesos, todo el esqueleto, y miserablemente lo entiendo, lo entiendo todo.
OIMAKU de la pesadilla del hombre que explota
OIMAKU de la pesadilla recurrente que tenía de pequeño en la que un tipo con frac iba a un restaurante muy elegante y empezaba a comer y a comer de manera pantagruélica hasta acabar estallando, esparciendo todas sus vísceras por el local. Me obsesionaba. Sólo veía a aquel tipo asqueroso comer y comer. Ya de mayor, sin acosarme los malos sueños, seguí recordando la escena sin conocer su origen, llegando a creer si acaso no la había creado mi imaginación. No fue hasta tiempo después, en la universidad, que descubrí que aquella imagen que me había atormentado la infancia pertenecía a El sentido de la vida de los Monty Python, una comedia que me había hecho pasar infinitos malos ratos.
OIMAKU del videoclip de Another Brick in the Wall
OIMAKU de los dibujos animados del videoclip Another Brick in the Wall de Pink Floyd. Los tengo grabados porque, antes de saber que existía ese grupo, pasaron el videoclip por la tele y, al ver yo dibujitos, me puse a verlos. Pero recuerdo la sensación horrible de estar viendo aquel muro gris infinito, aquellos martillos rojos gigantes caminando amenazadoramente como las escobas de Fantasía de Disney y aquel tipo inmenso triturando gente. Fue una visión desasosegante que me provocó más de una pesadilla.
OIMAKU de las camisetas extra grandes
OIMAKU de las camisetas extra grandes, generalmente negras y con algún dibujo, que estaban de moda cuando tenía diez u once años. Todavía conservo una con un dibujo fantástico de la película aquella de Space Jam. Al volver a verla, he visto que es realmente enorme. No sé cómo podía llevar aquéllo cuando era pequeño.
OIMAKU del juego de aguantar la respiración
OIMAKU del juego que tenía cuando era pequeña y viajaba en coche. Teníamos que aguantar la respiración al pasar por un túnel. Normalmente eran cortitos, pero de tanto en tanto alguno me lo hacía pasar mal.