Archivo por meses: octubre 2010

OIMAKU de la durísima escena de Salvar al soldado Ryan

OIMAKU de aquella escena durísima de la peli Salvar al soldado Ryan de Spielberg en que el traductor del escuadrón está supuestamente protegiendo una entrada pero, el muy cobarde, deja pasar al enemigo y atacan al francotirador por la espalda. Entonces hay una lucha y el francotirador acaba debajo del soldado enemigo que le va dirigiendo,  lentamente, un puñal hacia el pecho. El francotirador intenta aguantar pero no tiene fuerza y el cuchillo va descendiendo paulatinamente y va abriendo la carne y entrado en el cuerpo del francotirador que, indefenso, es consciente de cómo lo están matando. Dios, finalmente lo mata mientras le va susurrando para que se tranquilice y no haga ruido. Lo mata como mata Kirk Douglas a Tony Curtis en Espartaco, otra escena no menos dura. Pero en la de Spielberg, para peor sabor de boca, no está la heroicidad del acto samaritano de Espartaco sino que el soldado enemigo vuelve sobre sus pasos, baja las escaleras y se vuelve a cruzar con el traductor, que vuelve a quedarse paralizado. Se cruzan y el traductor se queda acojonado y no dice nada ni hace nada pese a que acaban de matar por su culpa al compañero que se suponía estaba protegiendo. Y lo peor, lo insufriblemente peor, es que en el recuerdo de esta escena cruel, horrible, me veo a mí mismo con el fusil frente a la puerta en mitad de una guerra estúpida y ajena como propio e incontrolable es el miedo que me caga los huesos, todo el esqueleto, y miserablemente lo entiendo, lo entiendo todo.

OIMAKU de la pesadilla del hombre que explota

OIMAKU de la pesadilla recurrente que tenía de pequeño en la que un tipo con frac iba a un restaurante muy elegante y empezaba a comer y a comer de manera pantagruélica hasta acabar estallando, esparciendo todas sus vísceras por el local. Me obsesionaba. Sólo veía a aquel tipo asqueroso comer y comer. Ya de mayor, sin acosarme los malos sueños, seguí recordando la escena sin conocer su origen, llegando a creer si acaso no la había creado mi imaginación. No fue hasta tiempo después, en la universidad, que descubrí que aquella imagen que me había atormentado la infancia pertenecía a El sentido de la vida de los Monty Python, una comedia que me había hecho pasar infinitos malos ratos.

OIMAKU del videoclip de Another Brick in the Wall

OIMAKU de los dibujos animados del videoclip Another Brick in the Wall de Pink Floyd. Los tengo grabados porque, antes de saber que existía ese grupo, pasaron el videoclip por la tele y, al ver yo dibujitos, me puse a verlos. Pero recuerdo la sensación horrible de estar viendo aquel muro gris infinito, aquellos martillos rojos gigantes caminando amenazadoramente como las escobas de Fantasía de Disney y aquel tipo inmenso triturando gente. Fue una visión desasosegante que me provocó más de una pesadilla.