OIMAKU del tipo que intento llevarse de manera descarada y chapucera un lote de Navidad en una estación del metro. Iba caminando tranquilamente con un lote navideño hacia los torniquetes de salida cuando la mujer que yo tenía al lado miró al suelo y luego al hombre, y le gritó. La mujer debía de haberse despistado hablando con su amiga, probablemente una compañera de trabajo, que tenía un lote igual a los pies. Ella le preguntó acusadoramente dónde pensaba que iba con ese paquete. Él, detenido en mitad del andén, hizo una actuación lamentable. Estaba entrado en los cuarenta, fondón, con gafas y abrigo y sin demasiadas posibilidades de salir corriendo. Soltó una especie de «oh» y se excusó diciendo que se había confundido mientras se agarraba las solapas del chaquetón como en una peli de espías. No supo responder cuando ella le preguntó con qué lo había confundido. Una vez devuelto el lote, ella lo estuvo insultando a viva voz hasta que salió de la estación. Fue muy triste, en cualquier sentido del término.