OIMAKU de la primera amistad perdida

OIMAKU de la primera amistad perdida de la universidad. M. y T. lo conocieron antes que yo y, según dicen, lo habían ido puliendo durante los años. Lo cierto es que era basto, irrespetuoso, pedante y egoísta, cosa que me hace temblar al pensar cómo era en el pasado. Recuerdo que el momento en el que pensé «basta» fue tras una de nuestras discusiones políticas en las que menospreció de manera directa no sólo mis ideas sino mi persona. A partir de entonces fue una caída libre hacia el ignorarle por completo. Una de las últimas veces que le vi coincidimos en el tren de vuelta a casa, como tantas veces, y no pude evitar abrir mi libro de Stephenson mientras le decía algo así como «es que está muy interesante» y procedía a pasar de él durante los 40 minutos que estuvo sentado delante mío. Cada vez que ellas dicen «podríamos quedar con él, a ver qué dice», tiemblo.