OIMAKU de la biblioteca de Caixa Sabadell

OIMAKU de la biblioteca de Caixa Sabadell de mi barrio. Era la única que había entonces. Me quedaba cerca del colegio y de casa. Era pequeña pero tenía todos los álbumes de Astérix y Tintín. Recuerdo que tenías que estar muy callado porque la bibliotecaria, cómo no, una señora mayor, te chistaba a la mísima que hacías un poco de ruido. Me sentía tenso y casi asustado porque la mujer intentaba mantener aquel cubículo sumido en la sacralidad de un monasterio donde se cumple voto de silencio. Era una señora que me imponía respeto y me aterraba. Conforme me hice mayor, descubrí que en realidad era una biblioteca de mierda. No había nada a excepción de los cómics de siempre, que ya me había leído por duplicado, y libros polvorientos de antes de haber nacido yo… o mis padres.