OIMAKU de Piolín repitiendo, con una voz infantil pero llena de veneno, la frase de «He visto un lindo gatito», recordándonos que esta vez Silvestre tampoco lo iba a conseguir; de Bugs Bunny mirando a cámara zanahoria en mano, saludando con toda la chulería de la que es capaz un conejo con su sureño «¿Qué hay de nuevo, viejo?»; del Gallo Claudio y su tartamudeante «Digo hijo, eso digo, hijo, digo» que sacaba de quicio al más flemático; del Correcaminos y su conciso «Bip bip» que, lejos de la retórica ciceroniana, derrotaba cualquier discurso que el Coyote pudiera levantar.